sábado, 2 de junio de 2012

¿Lo volveríamos a hacer? Para Mama Tránsito Amaguaña, “Un pueblo con memoria es un pueblo con un presente promisorio” Un pueblo con memoria, es un pueblo con una historia diáfana, sin interpretaciones personales mezquinas, sin intereses comprometidos. Un pueblo que conoce su historia, no va a permitir que se repita tragedia alguna y menos aun que hagan su agosto los oportunistas que no faltan. Un elemento identitario relevante de nuestra provincia, ha sido aquel que hace referencia a la bravura carchense, a esa capacidad especial de entregarse como puño y responder como tal cuando ha tenido que abrazar causas que han llevado a nuestro pueblo a poner en juego su propia vida, para que la justicia, la dignidad, la libertad no sean mancilladas. Atalaya norteña de nuestro Ecuador, Tulcán tiene referentes permanentes del pueblo aguerrido que no se ha dejado avasallar cuando los poderes de turno lo tocaban; es que fueron nuestros bravos pupos quienes rompieron el cerco realista, que permitió al ejército del libertador Simón Bolívar cruzar al sur en sus campañas emancipadoras, fueron también los únicos que se prepararon, para rescatar al General Eloy Alfaro de las hordas conservadoras, fue en su espacio, donde Juan Montalvo buscó refugio y más fortaleza para combatir a otro tirano. Pero el ejemplo más cimero definitivamente ocurrió hace 40 años, cuando el dictadorzuelo Velasco, títere de la oligarquía criolla, pretendió imponernos un tributo de 2 sucres para el cruce de la frontera y lo que hizo fue encender un reguero de pólvora, que no lo detendría nadie. El paro de la ciudad en repudio a esta medida arbitraria y déspota, superó cualquier posibilidad de ser representado por organización política alguna y sobre todo rebasó en mucho a los pocos arrestos que demostraron las autoridades locales, para liderar esta respuesta de dignidad y resistencia, fue simplemente el pueblo organizado de manera natural, respondiendo unido a la agresión dictatorial; porque era su buen vivir que estaba siendo afectado, era la respuesta solidaria de toda la ciudad a la decisión valiente de resistencia prendida como paja seca, que fue avanzando con cada vez más combatientes y por todos los rincones de Tulcán. “Con el Carchi no se juega” fue el grito de guerra, con el que la ciudad entera respondió la agresión del tirano y las escaramuzas de policías y militares; lo conseguimos esta vez también, Velasco tuvo que derogar su tonto decreto e irse para no volver más a este suelo que lo repudió y lo derrotó. Leía a alguien decir que quienes vivimos estas jornadas quizás no hemos comprendido en su real dimensión ésta muestra de autodeterminación y autonomía; hoy queremos demostrar que no es así, porque lo que no nos atrevemos a contar, se puede diluir en el olvido y todo es importante, porque hay una carga inmensa de vida, de emociones, de instantes irrepetibles que deben ser contados; nuestros hijos y todos los niños que empiezan a caminar y a hablar, deben conocer cómo se juntó y creció nuestro pueblo, pese a la falta de consecuencia y capacidad de varios gobernantes. Para quienes vivimos como niños y jóvenes los hechos de este momento histórico, resumir el 26 de mayo e inscribirlo como contenido educativo de todas las generaciones, ha sido un reto que estaba pendiente por alcanzar, hoy vamos con todos ustedes a hacerlo posible, porque la memoria histórica hay que recuperarla con la mayor cantidad de voces y de voluntades, así como en nuestro suelo hacemos las cosas, con la minga, esa herramienta multiplicadora que caracteriza nuestros procesos productivos, este conversatorio va a ser una minga de recuperación de la memoria porque el patrimonio más grande de un pueblo es su memoria, su memoria histórica de lucha, como única posibilidad de preservar su identidad de pueblo, siendo por supuesto, la dignidad la que la abona, la fertiliza y mantiene viva. Esta memoria -que solo puede ser colectiva-, por ella vive y tiene proyección el futuro; por eso, reducirla a la imagen de individuos, personalidades, es negar esta memoria; nuestra historia, como la historia de todos los pueblos, no la escribieron 3 ni 15 personas, la escribieron el conjunto de sus habitantes y somos todos quienes debemos juntar recuerdos e imágenes que no deben morir en el olvido. Juntos podemos descolonizar la manera como nos han contado los hechos, descolonizar la historia y nuestra misma cultura en sus raíces de dominación por los españoles, es una tarea urgente que debemos cumplir y tenemos ahora y aquí, todo para lograrlo, seguramente vamos a tener conclusiones que también van a superar al imaginario tulcaneño y al imaginario nacional y qué bueno que sea en este enclave norteño de la patria, donde sigamos siendo el crisol de la verdad y los nuevos retos. Recuperar la memoria del 26 de Mayo sin poner en el más alto relieve la participación de nuestras mujeres sería injusto, baluartes del combate y la resistencia, en ustedes y con ustedes compañeras, nuestra capacidad de indignación y de rebeldía siempre se va a multiplicar. Eugenio Espejo decía que “…la libertad sólo puede llegar a través de la educación…” y es en los contenidos educativos donde deben fijarse estos hechos históricos que dignifican nuestra memoria, que elevan nuestra autoestima y nos hacen más orgullosos de ser hijos de este suelo carchense, elevando los retos para nuestro futuro, para nuestros sueños, para una patria diferente en la que seamos factores de cambio, de transformación. Sólo a un sanguinario se le pudo ocurrir enviar a jóvenes oficiales y soldados carchenses a disparar contra sus familiares y hermanos, Velasco lo hizo refiriéndose peyorativamente sobre nosotros, como lo solía hacer, porque podría haber sido un demagogo consumado, pero también hacía del desprecio y el despotismo sus prácticas habituales. Por ello tener una escuela o cualquier sitio con ese nombre, es una afrenta a nuestra dignidad a nuestra memoria, Chapuel una de nuestras parroquias, merece otro referente de nombre, que tenga decoro, en su escuela donde se forjan las personalidades de sus hijos y que hoy avergüenza que una escuela en suelo Carchense tenga por nombre el de este tirano asesino. Es que en esta nuestra tierra nos formamos, aquí recibimos el cobijo con el frío, de un paisaje único, de una atmósfera infinita de sensaciones y conocimientos que contribuyeron a forjar nuestra personalidad; nuestros mejores camaradas y amigos crecieron con nosotros, recuperar la memoria colectiva, es recuperar espacios de vida aunque en ellos haya habitado la muerte. Si hoy mismo se presentara otro dictadorzuelo o el mismo títere Velasco.... ¿Lo volveríamos a hacer? ¡Nos volveríamos a levantar, carajo!