lunes, 2 de mayo de 2011

Mamá...

“Tus hijos no son tus hijos son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos,
pues, ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas,
porque ellas, viven en la casa del mañana,
que no pueden visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Tu eres el arco del cual, tus hijos como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea para la felicidad.”
Tomado de “El Profeta” de Gibran Jalil Gibran

Seguramente su madre, como la mía y usted que es madre, han entendido en el día a día, que a los hijos había que estrecharlos y mimarlos mucho, para luego aprender a dejarlos ir.
Estas líneas quieren ser un homenaje al ser más comprometido con la vida y con el futuro, a la mamá; ese ser extraordinario, que por sobre las peripecias del período de gestación, de alumbramiento incluso, tiene que cargar con una cantidad innumerable de tareas, de sacrificios, de desprendimientos, que más tarde conseguirán dar forma al carácter y personalidad de sus hijos.
Seguramente habrán casos en que no fue la madre, quien amasó el futuro de sus hijos, pero en la inmensa mayoría querido amigo lector, han sido su madre y lo que usted ha leído, lo que ha determinado lo que usted es.
La cita de Gibran Jalil Gibran tiene esa contundencia, que además va más allá al señalar que de esa mano de arquero, se impulsará la felicidad de los hijos, que llegaron a través de ella y que se van a pesar de ella y lo que si resulta triste, nos vamos sin ser en la mayoría de los casos, lo suficientemente gratos y solidarios.
¿Será que tomamos muy literalmente aquello de forjar robles y una vez edificados, estos no pueden inclinarse a compartir al menos la sombra? La madre con nuestros maestros, colaboraron en hacernos sentir que tenemos alas, recordando a nuestra eterna Gabriela Mistral, nos ayudaron a desplegarlas y si ha este momento usted consiguió realizar el milagro del vuelo, de soltar amarras a sus sueños y perseguirlos, recuerde volver los ojos y con ellos las manos generosas de caricias y ternura a ese ser extraordinario que le dio la vida y que ahora necesita que usted la estreche a ella.
Estas líneas de homenaje a mamá, no pueden terminar sino con la más calurosa invitación a que ahora mismo, quienes tienen a su madrecita cerca, le retribuyan parte de ese mucho amor recibido, con muchas miguitas de ternura y un excepcional y estrecho abrazo.
¡FELIZ DIA MAMÁ!

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